Cada tanto reviso revistas. Noto que en las que me detengo hay algo más que algunas páginas importantes. Son las que llevan esa suerte de sensación encontrada, mezcla de memoria y construcción subjetiva. Mezcla de múltiples generaciones anudadas. Mauss hablaría de hechos sociales totales si mi psicología fuera una aldea. Hechos que contienen una gran carga a partir de la cual se puede inferir múltiples lecturas ideológicas. De las primeras historietas leídas. Aventuras inéditas del cine y la tv. Era el número diecinueve. No es tanta la sensación de viñetas como el terrible afecto que me explota de su portada. Descripción minuciosa: Peter Parker está saliendo de su lugar de trabajo, su sentido arácnido le anticipa el peligro (¿podríamos decir que sufre de ataques de pánico ya que su angustia se dispara ante algo que le es concientemente imposible detectar, pero que da como respuesta corporal el peligro y la sensación de amenaza?). En la vereda pasa gente. No advierten, hay ignorancia, falta de compromiso en el espacio público. Mientras. Tiran del auto a una persona que da indicios de haber sido maltratada y golpeada. ¿Ronda la idea del secuestro? ¿Un paso de factura? El cuerpo es arrojado a la vía pública enfrente de un diario. Quienes lo hacen quizás busquen plantar un mensaje. El auto no es cualquier auto. Su color es verde.
La sensación y el afecto que me provoca es reforzada por las letras inferiores que dan un título pesado: “El pacto contra el terror”. Ahí está ésa puta doble erre freudiana. Y puntos traumáticos que resuenan en mi fantasma transgeneracional, a manera de cuota real, dando cuenta de la historia de un país que se transmite a espaldas de sus gentes.
Un auto verde.
Secuestros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario