martes, 13 de noviembre de 2012

Metegol


Hace un tiempo los reencontré en las jugueterías. Es el que tenía de pibe. Lo apoyábamos en la mesa del comedor y jugábamos con mi hermano. Incluso me parece recordar que hemos logrado jugar de a cuatro con amigos. Y finalmente la decadencia de las manijas de plástico rotas, y los metálicos doblados. Tanto reencuentro es propio de trabajar con niños. Y como son varios los fuboleros, accedí a repatriarlo en el consultorio. Es interesante lo que se genera cuando los jugadores están fijos y no pueden ser Messi. Algo que explotan y sobrecargan en el PES. ¡Todos quieren ser Messi! Pero lo trágico no es que uno sea Maradoniano, sino que el efecto que produce el emblema del chico Barcelona, es el juego individual. Agarran el fúbol atrás de mitad de cancha y corren y corren queriendo pasar a todos. Algunos me llegaron a decir que hacía trampa porque jugaba pasando la pelota. ¿Desaparece el juego en equipo? ¿Será que en las inferiores ya nadie quiere ser defensor? Puede ser que a los más pataduras se los mande allí... pero la defensa es tan importante. Cuestionamiento: ayer sentí que tenía que perder un partido. Tocaba lo necesario de la intervención, de lo hablado sobre el ataque y las defensas, sobre la agresividad en juego. Recordé verlo a mi ahijado jugar a la pelota con el Pequeño. Mister Pedro tiene ese don, siendo tan chico se tiraba y no llegaba a atajarle los disparos al Pequeño. Bastaba agudizar la mirada para ubicar el gesto, la elegancia, el disfrute de festejar el gol que le hacía. Que buena cepa. La derrota.

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